Os voy a hablar un poco de los hongos que crecen en el jardín de mi casa familiar en la costa Cantábrica. ¡Al menos de los que he tenido tiempo de identificar con éxito!
Voy a empezar por los Dedos del diablo, que me parece el más chulo y el más raro. Conocido por su madre como “Clathrus archeri”, este apestoso hijo de satán lleva décadas fructificando en diferentes puntos del jardín entre octubre y noviembre, así que se trata de una seta otoñal.

Este hongo no es nativo de Cantabria. Ni siquiera de mi querida Españita… ¡NI DE EUROPA!
Es un hongo australiano/neozelandés (por supuesto que tenía que ser australiano con esas pintas de mata viejas), y sin embargo lleva décadas creciendo en esta zona (¡os prometo que yo no he sido quién ha introducido una especie alienígena en nuestro entorno!).
¿Entonces qué hace aquí?
La culpa es de los hombres.
Los australianos trajeron esporas de estos hongos en las botas y en los caballos cuando viajaron a Europa para darse de leches en la Primera Guerra Mundial. Es lo malo de ser colonia británica, que te meten en embolados.
Como curiosidad, debido al cambio climático, la especie está disminuyendo sus filas en Australia y perpetuándose en Europa e incluso EEUU, donde ha empezado a naturalizarse.
Así que resumiendo: de australia a las botas de soldados australianos, y de ahí a mi jardín en la costa Cantábrica. Y ahora lo veo emerger todos los otoños como si se abrieran las puertas del mismísimo infierno.
Hablemos del cuerpo fructífero de este hongo.
(Recordemos que en este caso el hongo es un conjunto de hifas que forman una red de micelio que se extiende por debajo de la tierra oculta a simple vista. Y que la seta es «la fruta» del hongo).

Pues esta movida de hongo crea un cuerpo fructífero en la superficie que se asemeja a un huevo de alienígena. Este se rompe y emerge una cosa repugnante y APESTOSA (luego explico esto), roja, llena de pegotes oscuros. El resultado es un cuerpo no muy grande, como mucho diría que 15 cm en sus partes más largas, que se asemeja a un pulpo o a una mano alienígena. De ahí sus nombres coloquiales «dedos del diablo, seta calamar, estrella roja…».

En las siguientes imágenes podemos verlo en sus distintas fases de desarrollo. Desde que parece un huevo cuando está dentro de la volva, hasta que lo rompe y se despliega completamente.


Lo de que APESTE es importante.
El ciclo de vida de los hongos incluye la esporulación, es decir, la generación y envío de esporas al mundo. Es su manera de iniciar la reproducción (como apunte, las esporas se reproducen entre ellas, una espora sola no es capaz de dar lugar a otro hongo, a diferencia de las semillas de una planta).
Pero si os fijáis esta seta no tiene unas esporas típicas, no tiene láminas de las que las esporas puedan desprenderse ni nada similar, lo que tiene es un moco horroroso.
Este moco HUELE MAL. HUELE A CARNE PODRIDA. Huele a ese filete crudo que te has dejado fuera de la nevera una semana. Huele como huele la muerte, básicamente, a descomposición.
Y esto les turbo-flipa a las moscas (not kink shaming but kink asking why). Las moscas se ven atraídas a esa asquerosidad, se la comen, y la llevan en sus patitas y la esparcen por el mundo.
Pero lo que más gracia me hace es que les da cagalera, así que las moscas también turbo-cagan esporas por todas partes.
Imaginaos a una mosca con diarrea. Básicamente como yo cuando me pongo hasta arriba de queso a pesar de que tengo intolerancia. I crave that shit, can relate.
Y hablando de diarrea, esta seta no está confirmada como venenosa porque, por el momento, a nadie le ha atraído el olor lo suficiente como para comérsela. Así que se la califica como: no comestible. (NO SEÁIS ESA PERSONA).
Como apunte final, si vivís en el norte de la península (Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco principalmente) tenéis la posibilidad de encontrar este hijo de satán en el suelo entre los meses de octubre y noviembre. El cuerpo fructífero dura unos días y luego se pudre y desaparece hasta el año siguiente.
Oledlo si os atrevéis.
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